Los seres humanos nos caracterizamos por ser seres sociales y con lenguaje adquirido el cual nos posibilita comunicarnos con el otro, expresar nuestras emociones, intenciones, ideas, pensamientos e interactuar con el mundo que nos rodea. ¿Qué sucede con aquellos niños que se niegan a hacerlo?
Meses atrás una mamá y también una maestra de escuela primaria nos comentaban sobre esta patología que se les había presentado, y algunas veces es confundida con “timidez”. Le encargamos a tres excelentes profesionales que nos cuenten de qué se trata.
¿Qué es el mutismo selectivo?
Según nos explica la Lic. Cecilia Zanettini es un trastorno de ansiedad infantil el cual se caracteriza por la incapacidad de hablar en ciertos ámbitos sociales, como por ejemplo la escuela. Es aquí donde se observan una amplia variación en sus relaciones sociales. Algunos niños se divierten interactuando y jugando con otros niños, pero siempre en silencio. Otros tienen un amigo cercano quien habla por ellos y otros niños, inclusive, se niegan a participar de las situaciones sociales.
No es un problema en la capacidad normal del lenguaje agrega la Lic. Luciana Girón, el cual habitualmente fue adquirido de forma correcta. Estos niños hablan libremente en situaciones familiares y por el contrario, en situaciones que no le resultan familiares, se muestran tímidos, temerosos y se niegan a hablar, comunicándose, a veces, por medio de gestos.
¿Cómo los afecta?
Resulta fundamental remarcar que el miedo que sienten cuando existe una expectativa de que ellos hablen, es real. Ese temor se apodera de ellos cuando se les pide que hablen o ante la esperanza de las interacciones sociales.
Según a Lic. María Virginia Radmanic, algunos pueden a su vez tener una incapacidad de comunicarse en forma gestual o de forma no verbal y pueden quedarse paralizados por el miedo.
¿Es timidez?
Muchas veces se lo confunde con timidez erróneamente, ya que como diferencia relevante el mutismo selectivo interfiere en la capacidad de un niño para funcionar llevando, si no se trata debidamente, a dificultades en la educación, autoestima y su desarrollo social.
¿Es habitual esta patología?
Esta problemática afecta a un número bajo de la población, se estima que menos del 1% de los niños en educación primaria y es más habitual en mujeres.
¿Qué lo causa?
No hay una causa específica que determine esta problemática, aunque se conoce que este tipo de niños han demostrado ansiedad ante situaciones sociales desde edades muy tempranas.
¿Se conoce alguna causa?
La Lic Zanettini afirma que hasta el momento no se ha podido certificar el origen aunque se plantea una predisposición a la ansiedad.
Han heredado la tendencia a la ansiedad de los miembros de la familia. Estos signos se muestran tempranamente, ante la dificultad de separarse de sus padres, comportamiento muy dependiente, inflexibilidad, problemas de sueño, frecuentes berrinches, llanto y extrema timidez.
Cuando inicia la infancia y la interacción social fuera del entorno familiar su miedo sostenido a hablar empieza a manifestarse por medio de síntomas como falta de reacción, de respuesta, quedar paralizado y por supuesto mutismo.
¿Cómo se lo reconoce?
La edad del diagnóstico suele ser entre los tres y los ocho años, aunque las familias suelen decir que desde antes tenían signos y generalmente eran mal interpretados.
Entonces un niño responde a los criterios de Mutismo Selectivo siempre y cuando:
1 El niño no habla en determinados lugares, como su nombre lo indica “selectivo” como la escuela u otros eventos sociales.
2 El niño habla normalmente en al menos un entorno: en su casa, etc.
3 La incapacidad para hablar interfiere en su capacidad para funcionar normalmente en ámbitos educativos y/o sociales.
Se pueden encontrar algunos factores adicionales, como tras-
torno del lenguaje, ambiente bilingüe y/o entorno estresante.
¿Cómo ayudarlos en casa y la escuela?
En principio, se orienta a padres y maestros a no forzarlos a hablar en las situaciones en que se muestran ansiosos, explica la Lic. Girón.
En la escuela, propiciar un ambiente de confianza, explicándole al niño que podrá hablar cuándo él quiera y se sienta cómodo, utilizar la escritura como medio de comunicación, no exponer al niño a situaciones donde se lo obligue a hablar como pedirle que lea, o en lecciones orales. Utilizar a sus compañeros como medios donde el niño pueda expresarse.
Brindarles afecto y contención, ser cariñosos con ellos nos ayudará a generar un vínculo fuerte y de confianza.
Además, se espera que las familias puedan realizar una consulta con un profesional de la salud mental, y de este modo realizar una atención psicológica integral que abarque tanto al hiño en su particularidad como a la modalidad de funcionamiento familiar.
Conociendo el tratamiento adecuado.
Es de fundamental importancia, explican las Lic. Zanettini y Radmanic, que el entorno (sobre todo sus padres) puedan comprender las características, disminuir y eliminar las presiones para que el niño hable transmitiéndole que lo comprenden, que lo van a ayudar a pasar este difícil proceso, elogiando sus esfuerzos
Los tratamientos con éxito se centran en métodos para disminuir la ansiedad, aumentar la autoestima, la confianza la comunicación.
NUNCA se debe poner el énfasis en lograr que el niño hable.
Inicialmente se deben eliminar todas las expectativas de verbalización ya que cuando aumenta la confianza suele darse la misma.
Es fundamental tener en cuanta que cada tratamiento es individual y diseñado e implementado niño por niño permitiendo que la familia y la escuela se impliquen en el mismo.
Lic. Cecilia R. Zanettini
Lic. María Virginia Radmanic
Lic. Luciana Girón
Lic. María Virginia Radmanic
Lic. Luciana Girón