Los masajes existen desde tiempos remotos. Ya hablaba Homero en “La Odisea” de los mismos, como un tratamiento reparador para los guerreros, e Hipócrates lo utilizaba en el tratamiento y prevención de enfermedades. Calman tensiones, se transforman en lazos de amor, embellecen, inspiran a la resolución de conflictos y además curan.
En esta edición de SM le pedimos a distintos profesionales, que nos cuenten las bondades de los mismos, para acercarnos un poco más a esta técnica milenaria que muchos conocemos y disfrutamos y otros seguramente lo harán a partir de hoy. Mientras escribo estas líneas me viene a la mente un breve cuento de Carlo de Paoli que quiero compartir.
En esta edición de SM le pedimos a distintos profesionales, que nos cuenten las bondades de los mismos, para acercarnos un poco más a esta técnica milenaria que muchos conocemos y disfrutamos y otros seguramente lo harán a partir de hoy. Mientras escribo estas líneas me viene a la mente un breve cuento de Carlo de Paoli que quiero compartir.
"En el antiguo Japón una mujer joven recién casada, se había instalado en la casa de su marido donde también vivían los padres de él. Poco después visitó a un monje, y con lágrimas en los ojos, expresó su desconsuelo ya que su suegra la intimidaba permanentemente.
Desesperada, le pidió al monje que le enseñara alguna forma de matar poco a poco a su suegra sin despertar sospecha.
El viejo y sabio monje le dijo que conocía la forma perfecta para que ella consiguiera su objetivo y empezó a enseñarle un tipo de masaje mediante el cual podría matar gradualmente a la anciana.
Pocas semanas después, la joven mujer volvió a ver al monje muy angustiada.
El monje le preguntó si su método funcionaba, y la mujer le rogó que le enseñara inmediatamente a deshacer el daño que pudiera haber infligido.
El monje fingiendo gran sorpresa pidió que le contara qué era lo que había provocado tal cambio en su corazón y en su mente. Ella respondió, que al cabo de unas semanas de masajear en forma regular a su suegra tal como él le había enseñado, se había encariñado con ella y que ahora se querían mucho.
El monje, sonriendo, le explicó que nunca tuvo la intención de enseñarle la forma de dañar a alguien, sino todo lo contrario. Le había enseñado un masaje para unirlas, creando así amor y armonía en su vida familiar".
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